domingo, 4 de marzo de 2018

El Masacre se Pasa a Pie.

 El Masacre se Pasa a Pie.

A continuación vamos a presentar un análisis sobre las grandes matanzas y abusos que cometió el gobierno del régimen Trujillo, mejor dicho la Dictadura en donde se le prohibía una vida de libertad a los dominicanos y todos los niños y los adultos haitianos que mato Trujillo y las personas que murieron indebidamente.
A continuación El Masacre se Pasa a Pie.
Titulo de la Obra:
El Masacre se Pasa a Pie.
Genero:
Historia
Autor:
Freddy Prestol Castillo
Personaje principal:
El Capitán Ventarrón
Razón del titulo:
Lo que paso fue lo siguiente el joven abogado tenía una novia y se citaron en un lugar especifico, que era un puerto pero el no llego a tiempo porqué lo atraparon, por lo tanto ella tubo que esperarse a Venezuela y el pensó en voz alta tan lejos que esta mi novia, del otro lado del mar y sin embargo el Masacre se Pasa a Pie.
De que Trata la Obra:
Esta obra narra las matanza de que eran victimas los haitianos, en la frontera específicamente en Dajabón en el río (masacre), escenario utilizado por los militares dominicanos para cometer los atroces crímenes contra los indefensos haitianos que cruzaban a la Rep. En busca de un mejor porvenir, y por el hecho de ser negro no eran bienvenido por los Tiranos de Trujillo.
La Relación entre Texto y Contexto: Es los acontecimientos ocurrido en la frontera de Dajabón.
Fragmento de la Obra:
Dajabón. El caserío estaba desierto. Había miedo, ausencia de noticias y temores, una discreción medrosa. Nadie se atrevía a hablar.
El capitán, en tanto ebrio. El capitán bebía, otra vez bebía. A cada rato, en la taberna, le llegaban mensajes las “informaciones” de los servicios. Además de los detalles numéricos de victimas, los mensajes informaban acerca del número de reses recatadas. Entonces reía y se le caía de las camiseras labiales una saliva parda, al tiempo que su rostro tomaba un color espectral como el de los cadáveres.
Al reír parecía un diablo. El pensaba hato de Mao. La hierba, verdecita y las reses, incontables, gaje de la vorágine. Culminación de su sueño de propietario: Lo decía bajo el alcohol. El también, había sido pobre. El corte lo había enriquecido.
En la taberna no había hora. No había limite en esta tierra ni para el alcohol, ni para la muerte, Ventarrón está rodeado de acólitos que siempre aplauden sus palabras y gracejos. A veces, ebrio, ha pescoceado, a alguno. Nadie protesta, algunos propietarios, hombres de cierta categoría .
Acompañan al capitán aun maldiciendo interiormente el vejamen de pasar una noche entera en el garito, entre borrachos profesionales bajo luz, montesina de Kerosene,, porque en la aldea aún no han instalado la corriente eléctrica.
A que Teme el Capitán Ventarrón
Quizás piensa en un ataque de armas haitianas, ventarrón es criminal y cobarde. Por eso debe sin limite, ninguno de los de su mesa, en la taberna, podría levantarse.
Tampoco ninguno puede fumar sino tabaco virginia, porque el capitán, que había nacido en una barraca, en un barrio miserable en Santo Dom. No soporta ahora otro olor de tabaco. En verdad el capitán es un ser transformado. Los galones han obrado este milagro. Por eso el ahora aspira a casarse con una bella muchacha de Gazcue.
Todo esto es celebrado como genialidad entre borrachos. El capitán, bebe, coco brindando por el Dios del corte, el ídolo de la matanza. Un hatero obeso, con humildad de perro le acompaña y devuelve sonrisas por pescozadas ¡cosas del capitán! “Al mismo tiempo tragan barbancourt cinco estrellas”.
El capitán sólo toma el cinco estrella y las trae, por cajas, desde el pueblo haitiano de “Juana Méndez” o sea, de contrabando ningún, aduanero osaría tomar cuentas al capitán.
En la noche de la taberna, ésta Don Lauterio, un comerciante cuya profesión es la de intermediario en las compras de café de restauración, excelente grano, cuyo precio quintuplica don Lauterio y cuyos proveedores también han muerto en el corte. Don Lauterio, sin embargo, sonríe, con una sonrisa tallada en latón, como esos antifaces de carnaval.¡Hay que salvar la pelleja con la taberna, hasta que el decida abandonarla, casi recuerda sus negocios y sus pesos, amañadas para engañar.
Es el negocio! Pero ¿ahora? Sin negros de Haitís ¿ se caerán las uvas en las lomas? ¿se perderá el café de restauración?
Don Lauterio, quien afirma que no hace falta escuelas, porque su abuelo no conocía la “o” y murió rico, piensa sin embargo, que hacen falta los haitianos, pero calla, y sigue manso y sonríe mientras prosigue la noche con un caminar lento, lento, como el de los quelonios.
Terrible soledad de Dajabón. Se percibe el ulular del viento en las frondas; suenan copas; hay frases de sintaxis alcohólicas y un denso olor a cigarrillo rubio, de virginia, el que fuma el capitán, a veces el capitán dormita mientras los demas callan, subido despierta cuando en sus dedos se deshace el cigarrillo encendido.
Entre tanto, sólo hay calma. No vienen haitianos vengadores.
Acaso volverán perros mendigos, como sus amos, refugiados en. El cabo o en Juana Mendoza de guijas. Río estrepitoso en sus cascadas de “la garrapata” y loma de cabrera , pasa Paulo como otro haitiano , frente al fortén dominicano ¿Teme? El rió sigue callado, hasta el atlántico.
Esta obra se relaciona con nuestro Entorno
de la siguiente manera:
muchas personas se dejan oprimir por miedo a otras personas que son mas poderosas, pero si nos unimos venceremos porque la unión ase la fuerza, si todos los dominicanos tuvieran el valor de luchar juntos hubieran vencido a Trujillo porque el era uno solo y ellos muchos.
Mensaje:
Esta obra nos deja claro que lo mas importante no es lo que se ase sino como se ase y este Autor y sus colaboradores nos quieren dejar el mensaje de siempre “Expresemos lo que Sentimos”.
Porque si nos tardamos siempre aparecerán personas como Trujillo, van a querer que hagamos lo que ellos quieran de inmediato, se transforman en nuestros enemigos.
Freddy Prestol Castillo
Nació en San Pedro de Macorís el día 24 de junio de 1914, hijo de Miguel ángel Prestol (Gimbernard) alvarez, comerciante Importador-exportador y de Hortensia Castillo Mardano.
Realizo sus estudios primarios en el Colegio santo Thomas de Aquino y los universitarios en la antigua Universidad de Santo Dom. Donde arcazo siempre la más altas notas. De adolescente ganó diferentes honores, graduándose de Lic. en Derecho a la edad de 21 años.
Como abogado desempeño los cargos de Procurador Fiscal de Neyba, Juez de Instrucción de San Cristóbal y de Dajabón, así como Juez del tribunal de Tierras de Jurisdicción Original en Santo Domingo.
Valores:
  Corje.
  Miedo.
  Perseverancia.
  Odio.
  Intelectualidad.
  Perseverancia.
Lenguaje:
Un Lenguaje funcionado con el Haitiano ósea, que siempre esta ablando un español usaba palabras haitianas, lenguaje sencillo.
Conclusión
Sí queda claro que es importante luchar por sus ideas y que no importa donde uno este, como decía el Doctor es mejor un año de violencia y no 10 de cobarde.
Esta obra nos deja claro que lo mas importante no es lo que se ase sino como se ase y este Autor y sus colaboradores nos quieren dejar el mensaje de siempre “Expresemos lo que Sentimos”.
Gracias por la oportunidad de aprender sobre mí País.
El Masacre se pasa a pie; la masacre no
Freddy Prestol Castillo, autor de la novela “El Masacre se pasa a pie”  inmortalizó las aguas y el paisaje del lánguido riachuelo que, perezoso y menguado, discurre hacia la costa por el norte de la isla de Santo Domingo separando Haití de la República Dominicana.
La masacre que con despreocupado alborozo y al ritmo de tambores y cornetas prepara la extrema derecha dominicana no se cruzará a pie. El río Masacre y zonas aledañas no será necesariamente el escenario de la masacre de haitianos que se avecina y hacia la cual se empuja al país en cada emisión radiofónica, en cada portada de periódico, en cada cántico patriotero.
La presencia ilegal de cientos de miles de haitianos en territorio dominicano no es hoy ni ha sido nunca producto de conjura alguna. Ha sido y es el producto necesario de la diferencia en los niveles de pobreza de uno y otro y en la abdicación indigna de las responsabilidades y obligaciones de cuidar la frontera y la integridad del territorio por parte de todos los gobiernos dominicanos durante los últimos cincuenta años. De la irresponsabilidad nuestra y de la corrupción en la cual se ha sustentado, quieren culpar ahora a los haitianos y a quienes, desde gobiernos e instituciones en otras partes del mundo, acogen la causa de aquellos con interesada simpatía.
La inmensa mayoría de los haitianos que conocemos son negros, muy pobres, generalmente “feos” y con frecuencia malolientes. No queremos parecernos a ellos. No queremos mirar hacia atrás porque ese lastre africano de atraso y miserias representa todo lo que no queremos ser, todo de lo que abjuramos y con todo el sabor a prejuicio y discriminación que esos sentimientos puedan contener, la verdad es que nadie está obligado a querer ni a sentir simpatía por los haitianos.
Para sentir como sentimos respecto a los haitianos no hacía falta inventarse conjuras ni demonizarlos ni atribuirles fines y propósitos que ciertamente no albergan porque de tanta hambre y tanto atraso ni siquiera cabeza en su sitio tienen.
Gente que vive cada día en la incertidumbre y la inseguridad de su propio albergue y sustento, no tiene ánimo, intención y capacidad para pensar una conjura ni vida para instrumentarla.
La única conjura en la que participan los haitianos es la que ha inventado la patriotería dominicana con el agravante de que mucha de esa canalla dominicana no asumirá las consecuencias de su irresponsable proceder, ni tendremos tribunales que juzguen su conducta y le pidan cuenta por sus hechos y la sangre derramada.
La campaña de demonización de haitianos se alimenta todos los días y a toda hora sindicando y culpándolos de cualquier cosa que esté mal. Hemos estado sembrando odio contra los haitianos en lugar de adecentar nuestras instituciones policiales, judiciales y militares para darle vigencia a nuestras prerrogativas como país de exigir un permiso, una documentación y otras obligaciones a los extranjeros que residen o trabajan en nuestro territorio. Algo sencillo que la corrupción y malos gobiernos no han permitido implementar ha sido transformado en una campaña de odio irracional, patriotero y vergonzante que está a punto de producir no el linchamiento y la persecución en turba de maleantes de algún haitiano desamparado como ya ha ocurrido, sino de una verdadera masacre como los pogroms en que vivían los judíos en Europa oriental o las matanzas de Tutsis y Hutus en África.
La conveniente y oportuna división de la sociedad dominicana entre pro y anti-haitianos no solamente dificulta comprender y solucionar el problema, sino que oscurece deliberadamente el horizonte y deja el problema intacto. Busca en una masacre el expediente de salvación política que de otra manera se le escapa.
El problema de la presencia ilegal y masiva de haitianos en territorio dominicano es pura y simplemente un problema de orden público, no de soberanía. Las leyes existen, los reglamentos y las instituciones también. Lo que no hay es la voluntad, la credibilidad ni la autoridad moral para aplicarlos porque las instituciones corrompidas, maleadas y desmoralizadas que tenemos por todas partes no tienen la vocación, la dirección, ni la disposición de cumplir con su deber porque se saben de antemano desautorizadas y deslegitimadas.
Pero sepa la canalla patriotera, desde el innoble cardenal que tan mal representa la iglesia a la que pertenece, hasta los historiadores de pacotilla, panfleteros, plumíferos y politicastros, que este país que se dicen representar ya ha caído en el descrédito internacional por el torpe manejo de la cuestión haitiana pero, y este es un pero muy importante, cuando tenga lugar la masacre de haitianos que preparan, esa no la vamos a cruzar a pie como el río Masacre.
Los dos millones o más de dominicanos en el exterior van a sufrir las consecuencias de una masacre de haitianos; van a ser criticados, condenados, aislados y desfavorecidos. Muchos programas de ayuda y cooperación serán cesados. Algunas represalias físicas tendrán lugar contra dominicanos en otras partes del mundo. Ninguna autoridad democrática querrá asociarse con nuestra causa porque la tolerancia ante el genocidio es cada día menor y varios serán los foros de los cuales seremos excluidos y numerosos los programas de turismo que serán suspendidos.
Un país que se prepara para el genocidio y la masacre de haitianos no puede esperar más que ostracismo y condena, sobre todo, si ese país ya tiene antecedentes y si esa masacre fue perpetrada contra haitianos indefensos y hambrientos.
Los descendientes de esa gran epopeya que fue la Revolución Haitiana culminada en 1804, la primera república negra, los ex esclavos liberados, toda la gloria pasada de ese pueblo está ahora en manos de una canalla política desvergonzada que vive de la crisis, se lucra de ella y tiene en bancos extranjeros una parte no pequeña de la ayuda externa a Haití de la que se han apropiado impunemente y esta gentuza es tan culpable de la masacre que se avecina como los patrioteros dominicanos. Es la misma canalla en castellano o en creole.  Si nosotros los dominicanos tuviéramos un centímetro cúbico de sentido común y de compasión, en lugar de demonizar a los haitianos y acusarlos de una conjura inexistente de la que ni se han enterado, estaríamos ayudándolos en el plano internacional no solo a tramitar ayuda sino a administrarla mejor y no para el beneficio de esa misma canalla política que los gobierna.
Entiendo que el señor Danilo Medina no es arte ni parte de esta conjura. El gobierno es muy débil pero la masacre que se gesta le golpeará por igual. Está en nuestro mejor interés como país ayudar a Haití porque no podemos hacernos cargo de sus miserias, ni queremos compartir su suerte. Para nosotros, si quisiéramos aprender reproduzco el comentario que me envió un amigo quién, refiriéndose a nuestro manejo del problema haitiano escribió: “lo que hagas … le harán… lo que hagas te harán” o como solíamos decir en nuestro propio país: no hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti.



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